24.2.06

Al botar el agua rancia del florero sobre la tierra de mi patio, para decidirme luego si cambiaré las flores o no, se desprende del hilo líquido el hedor que me lleva al agua de las rosas de mi urna, de mi nicho, esas lisonjas que no se alcanzan a marchitar por el constante cambio de los agradecidos por mi existencia o de los arrepentidos por mi ida.

1 Comments:

Blogger Alex Hernandez said...

que bueno leerte de nuevo. Algo bueno que recordad cuando te vayas. Si no hay nada al otro lado, no hay nada que hacer. Pero si se puede ver este mundo desde allá, ven a visitarnos.

24/2/06 6:01 p. m.  

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